Formas de mirar una ciudad

En estos tiempos, es frecuente que los medios de comunicación nos traigan imágenes del horror a causa de conflictos étnicos o raciales.
La distancia que nos impone el medio en sí, sumada a la distancia geográfica del lugar donde esos hechos ocurren, a veces nos impide entenderlos en su verdadera dimensión.
En esta nota publicada en Babelia, suplemento del diario español El País, el escritor Orhan Pamuk nos habla de las ciudades reales, de su vida cotidiana, y de cómo se ven alteradas por hechos de odio y violencia.


LECTURA

El hombre que nos enseñó Estambul

El Nobel turco reivindica en este texto la mirada urbana del fotógrafo Ara Güler, fallecido el mes pasado, que retrató su ciudad dando siempre protagonismo a sus habitantes

ORHAN PAMUK

21 NOV 2018 - 13:47       ART

Fotografía de Ara Güler que retrata a un vendedor de salep (bebida típica turca) en el puente de Gálata en 1957.

Ara Guler, fallecido el 17 de octubre, fue el fotógrafo más importante de la Estambul moderna. Nació en 1928 en el seno de una familia armenia residente en esta ciudad turca. Empezó a hacer fotografías de la ciudad en 1950, unas imágenes que captaban la vida de las personas junto con la monumental arquitectura otomana, sus majestuosas mezquitas y sus magníficas fuentes. Yo nací dos años después, en 1952, y viví en los mismos barrios que él. La Estambul de Ara Guler es mi Estambul.

Conocí a Ara en la década de 1960, cuando vi sus fotografías en Hayat, una revista semanal de noticias serias y del corazón, con un fuerte hincapié en la fotografía. Uno de mis tíos la dirigía. Ara publicaba retratos de escritores y celebridades como Picasso o Dalí y de turcos famosos de la generación anterior, como Tanpinar. Cuando me fotografió por primera vez, tras el éxito de El libro negro, caí felizmente en la cuenta de que había triunfado como escritor.

Ara fotografió devotamente Estambul durante más de medio siglo, hasta entrada la década de 2000. Yo estudiaba con avidez sus fotografías, para ver en ellas el desarrollo y la transformación de la ciudad. Nuestra amistad comenzó en 2003, cuando yo consultaba su archivo de 900.000 fotografías como parte de la investigación para escribir Estambul. Había convertido la gran vivienda de tres pisos heredada de su padre, un farmacéutico del barrio de Galatasaray, en el distrito de Beyoglu, en su taller, despacho y archivo.

Las fotografías que yo quería para mi libro Estambul no eran las famosas imágenes de Ara Guler que todo el mundo conocía, sino otras más en sintonía con la melancólica Estambul que yo describía, la atmósfera en escala de grises de mi niñez. Ara tenía muchas más fotografías así de las que yo esperaba. Él detestaba las imágenes de una Estambul esterilizada, esterilizada y turística. Al descubrir mis intereses, me dejó acceder con toda tranquilidad a sus archivos.

Fue a través de la fotografía de reportaje urbano de Ara publicada en la prensa a comienzos de la década de 1950, de sus retratos de pobres, desempleados y recién llegados del campo, cuando vi por primera vez la Estambul “desconocida”.

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