Cambiar la historia

En nombre de lo "políticamente correcto" muchas historias de ficción son actualmente cuestionadas. 
Pero... ¿es políticamente correcto cuestionar algo que sólo es una historia de ficción? 
Ideas al respecto en esta nota de Yorokobu:



¿Debemos censurar nuestro pasado?
10 de marzo 2020    /   IDEAS     por Miguel Ángel Furones          

Cuando comenzó la lucha antitabaco, algunas de las asociaciones más beligerantes contra ese hábito exigieron retocar las escenas de fumadores en todas las películas rodadas hasta el momento. Eso hubiera dejado a Humphrey Bogart, Steve McQueen o Sharon Stone sumidos en el olvido, puesto que en cada una de ellas el cigarrillo formaba parte de la fuerza de sus personajes.
No pudo ser, entre otras razones, por los elevadísimos costes que hubiera supuesto tal decisión.
En cambio, en otros medios más manejables sí que resultó factible. Al famoso vaquero del cómic, Lucki Luke, le eliminaron su permanente cigarrillo en la boca sustituyéndoselo por una ramita. Siguió siendo el pistolero más rápido del lejano Oeste, pero sus ventas se vinieron abajo.
Algo parecido está sucediendo ahora con el sexo. Existen asociaciones que plantean eliminar las escenas de películas clásicas que nos muestran modelos de relación sexual inapropiados en un momento en el que el «solo sí es sí» ha alcanzado tan elevado nivel de consenso.  
Lo que sucede es que tales escenas no se rodaron hoy, sino que representan la realidad de un pasado más o menos lejano. Eliminar ese pasado supondría tergiversar la historia con la absurda pretensión de deshacernos de ella.
Llevado al extremo, y retrocediendo en dicha historia, deberíamos repintar algunos cuadros de El Bosco, Rembrandt, Rubens o Goya. Y también convendría reescribir el Decamerón, Justine o Lolita.

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